miércoles, 13 de julio de 2011

SALOMON GOMEZ

Una tarde de 1967 se abrió el telón, un inquieto veinteañero debutó bajo la tutela de Portillo en la única presentación de un grupo universitario. Fuera de las tablas, era un tipo tímido de bigote tupido; se llamaba Salomón, igual que su padre, el mismo que pegó el grito en el cielo cuando su hijo decidió dejar la carrera de derecho para aprender a actuar.
El teatro de arte universitario TAU vio nacer al artista que consiguió allí la certificación de sus estudios generales de teatro en 1969 y de dirección escénica en 1972. Hizo su primera presentación personificando a un anciano sepulturero que daba giros acrobáticos por todo el escenario en Don Juan Tenorio. “Era extraordinario haciendo comedias y tragedias, aunque él prefería los dramas porque le exigían más como actor”, comentó su amigo y compañero de escena Roberto Oliva.
Durante sus 40 años sobre las tablas interpretó más de un centenar de personajes; entre sus primeras obras se recuerdan: La Venganza de Don Mendo, Scapan, Plauto 70, Hablemos a calzón quitado, ¿Eran Tres los inocentes? y La Casamentera.
En el estreno de una de las obras clásicas exclusivas del TAU, un desdichado Salomón encarnando al dios griego Júpiter, interrumpió el trabajo escénico, colándose entre la multitud hasta llegar a una butaca vacía de la primera fila, tomó al hombre de su lado y lo subió consigo al tablado para compartir una extraordinaria improvisación, el acompañante sorprendido era su padre.
Un año más tarde deja el TAU para formar parte del Grupo Artístico de Escenificación Moderna (GADEM), ese mismo año recibió el galardón más importante de aquella época, el desaparecido Opus, como actor de reparto. El premio lo repitió 4 veces más: en 1977 y 1984 al mejor actor principal, ese mismo año recibió otro, como mejor obra de teatro y en 1986, de nuevo al mejor actor principal.
“En Amadeus, la razón por la que pude mantener en casi 7 meses de ensayos a poco más de 50 actores era que al resto del elenco le encantaba ver a Salomón en escena”, dijo su ex director Dick Smith. Sus familiares y amigos coinciden en que Gómez quería hacer a Mozart: “A mí no me gusta Salieri” fue la única vez que se le escuchó decir eso. Irónicamente, con ese papel ganó su primer Opus.
Enamorado de la soledad, sus pocos descansos los ocupaba para leer y ver televisión. También estuvo dentro de ella, en anuncios como El Indeciso; un tipo que no sabía por quién votar, pero que estaba seguro que asistiría a las urnas, como parte de una campaña del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en los comicios de 1985.
Protagonizó la primera telenovela guatemalteca: Azul. “En Venezuela estuvo un par de meses viviendo las comodidades de una estrella, con chofer, buena paga y hotel cinco estrellas”, comentó su hijo Gabriel, al referirse a la participación del actor en De Oro Puro, telenovela que se grabó parte en ese país y otra en nuestra nación. Gómez fue director artístico de la película Justicia, libretista y actor del programa Venga con Chalo venga, junto al actor Mario Galdámez.
De esa época, Salomón recordaba que en el período del presidente Fernando Romeo Lucas García prepararon un ‘sketch’ que nunca terminaron, “Habíamos conseguido unos uniformes para hacer una sátira de los soldados, pero el ejército irrumpió en el canal y nos llevaron presos, nos dijeron que de esta no van a salir vivos”.
Uno de los oficiales que había visto actuar a Salomón, le permitió hacer la llamada salvadora. Una hora más tarde la prensa y la gente de teatro abarrotaron la antigua Guardia de Hacienda, y fueron liberados.
Gran parte de nuevas generaciones de artistas de la Universidad Popular UP, el TAU, de colegios e iglesias fueron orientadas por Salomón. Su último trabajo reconocido fue en el filme Un Barquito de Papel, desde 2007 había regresado al TAU para ser su director.

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